domingo, 20 de noviembre de 2011

Malos hábitos

Algunos, como el de la succión, pueden presentarse desde temprana edad; otros, después de los 3 años, cuando el niño ingresa al jardín. En general, todos son susceptibles de ser corregidos a tiempo para prevenir complicaciones. En promedio, de cada 20 niños que visitan por primera vez el consultorio, hasta el cincuenta por ciento tienen algún hábito que afecta el conjunto de la cavidad oral (músculos, huesos o dientes)





  • Succión: Los hábitos de succión más comunes son el chupar el dedo y utilizar chupos defectuosos. El resultado: se afecta la posición de los dientes, provocando una salida del maxilar superior, deformidad del paladar y mordidas abiertas







·  Hábito de respiración: Los de respiración, entre tanto, se presentan en niños que respiran por la boca y conllevan a una mala posición de la lengua, mordidas abiertas y avances mandibulares (la mandíbula se va hacia delante).







·    Deglución: En los de deglución podemos destacar la inadecuada posición de la lengua. Es normal que cuando uno come o pronuncia ciertas palabras coloca la punta de la lengua en la parte superior del paladar contra las rugas palatinas. En este hábito, los niños colocan la punta de la lengua entre los dientes superior e inferior anteriores, provocando que la mandíbula tenga la tendencia de irse hacia delante y mordidas abiertas.





·         Masticación: En cuanto a la masticación, el principal error es masticar más por un solo lado (debe ser bilateral), o preferir siempre alimentos muy blandos que no permiten un desarrollo adecuado de los maxilares. Estos hábitos provocan apiñamientos de los dientes y otras complicaciones por no ejercitar los maxilares.




  •          Postura: Si de posturas se trata, aquí también hay una serie de vicios que son perjudiciales. Por ejemplo, dormir siempre por un solo lado, o en los estudiantes, el colocar el brazo sobre el pupitre y la mano siempre sobre una mejilla; el hacer gestos o mímicas con regularidad, (muecas). Estos hábitos ocasionan mordidas cruzadas unilaterales (que el maxilar superior esté por detrás del inferior, cuando lo normal es que sea el superior el que sobresalga) y desviación de la mandíbula.


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